Juntos
Año bisiesto...


Gaviotas
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De Jiyang Chen. Wikipedia. |
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www.pexels.com Autor: cottonbro |
Ciencia y ficción
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Sala de cine. Jorge Simonet. Wikipedia. |
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pxhere.com. Dominio Público. |
Grupo de Whatsapp
El Ministerio del Tiempo
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Los protagonistas de El Ministerio del Tiempo en el claustro medieval. Derechos de TVE y filmaffinity. |
Desde el primer episodio empiezan a desfilar por nuestras pantallas personajes históricos y en el segundo, Lope de Vega se convierte en trending topic en Twitter. Tras cada capítulo se disparan las búsquedas en Google de los personajes y los acontecimientos históricos que presenta la serie, algunos muy famosos y otros menos conocidos. Los capítulos generan artículos en la prensa al día siguiente de su emisión. La serie se recomienda en centros educativos.
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El Anacronópete. Primera Edición. |
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Uno de los carteles promocionales de El Ministerio del Tiempo. Derechos de TVE y filmaffinity. |
Crónicas de la Pandemia
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"Crónicas de la Pandemia" VV.AA. Tinta Púrpura Ediciones (2020). |
El reencuentro con el Museo del Prado.
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Puerta de Goya. Museo del Prado. Wikipedia. |
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Vista de la Galería Central a principios del siglo XXI. Museo del Prado. Fuente Flickr. Autor: losmininos. |
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Pincha en la foto para ver el timelapse del montaje de la exposición Reencuentro. Propiedad de Museo del Prado. Fuente: Youtube. |
El arte de contar historias: de las cavernas a Netflix
El contar historias es algo innato en la humanidad. Ya se hacía en las cavernas y se sigue haciendo hoy en día. Durante milenios fue el relato oral, después ideamos la escritura y nuestras narraciones, reales o ficticias, se convirtieron en teatro. Con la imprenta el mundo se llenó de libros. Pero siempre fue por nuestra necesidad y nuestro deseo de contar y de que nos cuenten. Hay cosas que no cambian.
El buscar respuestas a nuestras preguntas, el tratar de averiguar el porqué de las cosas y el crear inventos y artilugios también es algo inherente a nuestra especie. Y si combinamos ambas cosas, la narración con los artilugios, nos encontramos que algo tan maravilloso como el cine tenía que llegar para quedarse, aunque sus propios inventores, los hermanos Lumiére, pensaran que solo se trataba de una moda pasajera. Algo parecido ocurrió cuando se anunció que se iban a rodar películas sonoras. Muchos creyeron que sería un fracaso o, simplemente, una novedad de la que el público se cansaría pronto. Pero el éxito de El cantor de Jazz (1927) fue el principio del fin del cine mudo. La gente quería películas habladas y la radio pisaba fuerte con la emisión de sus programas de noticias, música y entretenimiento. Poco tiempo después, la televisión empezó a causar furor. En 1937 fue un completo éxito en la Exposición Universal de París y la mayoría de los países comenzaron entonces sus retransmisiones, que se reanudaron tras la interrupción sufrida por la Segunda Guerra Mundial.
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Sala de cine. Jorge Simonet. Wikipedia. |
Fueron muchos los que creyeron que la televisión reemplazaría a la radio y que los locutores y cantantes de más éxito radiofónico vivirían un declive similar al de algunas de las glorias del cine mudo. Todos recordamos lo que nos decían The Buggles en su Video killed the radio star (1979). Incluso hemos sido testigos de cómo se creaban grupos musicales que eran solamente fachada, ya que cantaban otras personas.
También se pensó que la televisión sustituiría al cine, pero se equivocaban, ya que la gente seguía prefiriendo ver las películas en la gran pantalla. Entonces nadie lo sabía, pero quien estuvo cerca de eclipsar a las salas de cine fue el videoclub. Su reinado duró varias décadas y durante ese tiempo vimos cómo cerraban salas de cines en todas las ciudades. En 2004 había más de 7.000 videoclubs en España, pero vieron peligrar su negocio cuando el más internacional y famoso, todo un referente que incluso creó un término, Blockbuster, se retiró del mercado español en 2006. En 2019 tan solo sobrevivían 300 videoclubs en todo el país. Se puede decir que internet le ganó la partida al videoclub, o más bien, fue la piratería la que lo consiguió y el surgimiento de un nuevo modelo de ver cine: las plataformas digitales.
En este momento es la propia industria cinematográfica la que se siente en peligro ante Netflix, HBO o Amazon. Estas plataformas digitales, que han logrado crear un catálogo de series nunca antes visto en televisión y que las grandes estrellas dejen el cine para pasarse a la pequeña pantalla, suponen una amenaza para Hollywood, porque ahora también producen películas. Proyectos rechazados en la Meca del Cine han visto la luz gracias a las plataformas digitales y han sido premiados en los grandes certámenes internacionales. Ahora las películas se crean, producen y estrenan en Netflix directamente. Esto no quiere decir, por supuesto, que todo lo que hacen tenga un gran valor artístico, pero ha conseguido que disminuya la afluencia de público en los cines. Tanto es así que el Festival de Cannes estableció la norma en 2018 de que no podrían presentarse a concurso aquellas películas que no se estrenaran en cines y permanecieran en cartel el tiempo mínimo estipulado. Y a Cannes le siguieron el resto de festivales rápidamente.
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pxfuel.com Dominio público. |
Los tiempos cambian, pero muchas cosas sobreviven. Pensamos que la televisión acabaría con la radio y con el cine, pero no ha sido así. Antes solo podíamos oír un número limitado de emisoras y programas. En estos momentos podemos escuchar cualquier programa radiofónico del mundo cuyas ondas no llegarían hasta aquí, pero están en internet. Algunos cantantes han encontrado su oportunidad al colgar uno de sus temas en las redes y los espectadores ya no tenemos que esperar toda una semana a que llegue el día y la hora de la emisión de nuestra serie favorita porque la encontramos bajo demanda para hacer un maratón cuando nos apetezca.
En estos tiempos que vivimos la tecnología está siendo una gran aliada: nos mantiene comunicados con los nuestros (videollamadas) e informados. Tuvimos que dejar de ir al cine y al teatro, pero continuamos necesitando historias. Aquí han estado los libros, la radio, la televisión, internet y las plataformas digitales para ponernos las cosas más fáciles. Pero, aunque este no sea el mejor momento, la gente ha vuelto al teatro y al cine. Seguimos necesitando contar y oír historias. Simplemente, encontramos más formas para hacerlo.
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flickr.com |
El mensaje de Pandora, de Javier Sierra
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El mensaje de Pandora. Siempre que un dogma cae, un nuevo mundo nace. |
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Arys con su tía y Assumpta en una de las preciosas ilustraciones del interior del libro. |
“Nuestro peor enemigo, queridas, siempre ha sido la ignorancia.” (p. 95)
Nuevo coronavirus, vieja historia
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La Tierra pixabay.com |
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Cartel en un supermercado. Junio de 2020. |
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Señalización de los 2 metros de distancia interpersonal y sentido de la circulación en una tienda. Junio de 2020. |
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Las redes sociales están repletas de carteles con protocolos de protección frente al COVID-19. Este es el de salida y vuelta a casa. |
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Los ayuntamientos de España difunden mensajes sobre el uso obligatorio de la mascarilla. Este es de julio de 2020. |
Historia de las pandemias: de la antigüedad al siglo XVIII.
Siempre hemos creído que los acontecimientos que configuran el mundo son consecuencia de la política, las guerras, la economía, los descubrimientos… pero nunca nos hemos parado a pensar que las epidemias también han influido en la historia, a veces, de forma más decisiva que cualquier guerra…
No vamos hablar aquí de síntomas, ni de cuadros clínicos, sino de historia de algunas de ellas. No están todas las que son, pero sí son todas las que están…
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Clío, musa de la Historia. Wikipedia. Dominio público. |
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Imagen de Casa del Libro |
Galeno, el más célebre de los médicos, nos describía en Methodus medendi y otros de sus escritos la plaga que sufrió el Imperio Romano en los años 165-180 d. C. y que ha pasado a la historia con el nombre de peste antonina. Parece que la enfermedad la llevaron a Roma los soldados que regresaron de la guerra en Mesopotamia. En pocos años afectó a gran parte del imperio y tuvo rebrotes que causaron la muerte de alrededor de cinco millones de personas.
Pero ninguna de las anteriores es comparable con la peste de Justiniano, una verdadera pandemia que arrasó el Imperio Bizantino en varios brotes durante los siglos VI y VII afectando a Asia (donde se había originado), África y Europa. Los historiadores están de acuerdo en que esta enfermedad fue la misma peste que volvió a poner en jaque a la humanidad en el siglo XIV. El Imperio Bizantino vivía una época de esplendor, pero en el año 541 la enfermedad empezó a diezmar a la población y al ejército. La economía se desplomó por la devastación que sufrían las poblaciones dedicadas a la agricultura y al comercio, además del deterioro y abandono que sufrieron algunos puertos. El hambre produjo numerosos conflictos. La peste llegó a la misma Constantinopla causando la muerte al 40% de la población y enfermando al emperador Justiniano, que logró sobrevivir. Pero para entonces ya no era posible controlar todo el territorio, hecho que aprovecharon los pueblos bárbaros para intensificar sus ataques y aquella invasión fue ya imparable. Se estima que todos estos acontecimientos produjeron una reducción de la población mundial entre 25 y 50 millones de personas y condujeron al ocaso de la Antigüedad y la transición hacia la Edad Media.
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Imagen de infobae.com. Fuente de la Organización Mundial de la Salud y Enciclopedia Británica. |
Pero aún estaba por llegar la peor epidemia a la que tuvo que enfrentarse el mundo conocido: la peste negra. Si ya había hecho estragos siglos antes, los siguió haciendo en varios brotes hasta el siglo XIX, siendo el más mortífero de todos el del siglo XIV (1346 -1353). Hablaremos de ella más detenidamente en otra ocasión por las enormes repercusiones que tuvo en la historia. Contaremos ahora que la enfermedad se originó en Asia, pasó a Europa por las rutas comerciales y fue una hecatombe. Atacó tanto a pueblos como a ciudades donde morían familias enteras sin sospechar qué causaba su mal. La gente pensaba que se trataba de un castigo divino, los médicos hablaban de la corrupción del aire y los astrólogos creían en la mala influencia de los cometas (de ahí que los italianos empezaran a utilizar la palabra influenze). Ninguno estaba en lo cierto, pero nunca llegaron a saberlo, porque el verdadero culpable se descubrió 500 años después.
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El Decameron. Imagen de Casa del Libro. |
Las consecuencias de la peste aceleraron, según muchos historiadores, el paso de la Edad Media al Renacimiento.
La viruelaes otra de las epidemias que ha atacado a la humanidad varias veces a lo largo de su historia. Quizá lleve unos 10.000 años con nosotros, pero fue particularmente mortífera en los siglos VIII, XVI , XVIII y XX: la mortalidad llegó al 30%. La viruela acompañó a los colonizadores al Nuevo Mundo y allí encontró una población autóctona sin protección inmunológica ante la nueva amenaza. La enfermedad recorrió el continente americano mucho más rápido que los conquistadores, de hecho, hubo poblaciones que perecieron de viruela antes de que cualquier español pusiera un pie en ellas. En 1520 se desató una epidemia entre los mexicas que causó la muerte a Cuitláhuac. Según cálculos estimados la viruela pudo matar a 56 millones de personas en aquella época.
En el siglo XVIII fue Europa la que se vio asolada por un brote muy virulento de esta misma enfermedad que volvió a cobrarse la vida de millones de personas, incluido el rey español Luis I. Y aunque hubo épocas de tregua, siempre reaparecía. Fueron las investigaciones sobre esta enfermedad las que llevaron a crear la primera vacuna que hubo de ser perfeccionada a lo largo del siglo XIX. El siglo XX no se libró de sus estragos, se cuenta por cientos de millones los que perecieron hasta que comenzó la vacunación masiva y se logró acabar con ella. Precisamente, este 2020, se celebran 40 años de la erradicación de la viruela.
Otra enfermedad que diezmó a la población mundial durante siglos fue la sífilis. La opinión más extendida es que esta enfermedad de transmisión sexual tiene su origen en América y que se expandió por el resto de continentes cuando los descubridores regresaron del Nuevo Mundo. De hecho, la primera víctima europea de la sífilis fue Martín Pinzón en 1493. Desde entonces millones de personas han sucumbido ante esta enfermedad hasta el descubrimiento de la penicilina. Desconocemos el número exacto de víctimas, pero sí que muchos intentaron ocultar, por parecerles vergonzoso, que esta fue la verdadera causa de la muerte de un familiar. Aún así sabemos que por su causa perdimos a Baudelaire, Toulouse Lautrec o Gauguin.
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Imagen de www.caracteristicas.co/historia/ |
Escritores confinados
A lo largo de la historia la inmensa mayoría de los escritores se han enfrentado a la hoja en blanco encerrándose en casa voluntariamente, pero otros vivieron circunstancias muy especiales que les obligaron a confinarse y de ahí surgieron grandes obras. Algunas de esas historias solo fueron imaginadas en aquellos momentos y escritas posteriormente, pero otras fueron puestas negro sobre blanco en el mismo confinamiento y de estás queríamos hablar aquí…
Hay autores famosos por sus obras, pero también por el hecho de haberlas creado en un aislamiento autoimpuesto extremo.
Balzac escribía 15 horas diarias. Empezaba a medianoche, escondía los relojes, cerraba las cortinas para no saber cuándo amanecía y bebía café sin parar.
Flaubert tardó casi seis años en escribir Madame Bovary (1856) y para conseguirlo tuvo que encerrarse doce horas diarias. A veces solo escribía una página y la revisaba constantemente.
George Bernard Shaw se recluía en una cabaña muy particular que había construido en su jardín, y decimos muy particular, porque podía girarla para tenerla siempre orientada hacia la luz del sol.
Emily Dickinson eligió el más estricto confinamiento por propia voluntad, se dedicaba a las labores domésticas, vestía de blanco, cultivaba sus amistades de forma epistolar y escribía apuntes, notas y poemas en hojas de papel que iba guardando por toda la casa y que se descubrieron tras su muerte.
Fue el agobio por cumplir los plazos acordados con su editor lo que obligó a Dostoievsky a enclaustrase en 1886. Había firmado un contrato en el que se comprometía a entregarle una novela el día 1 de noviembre o a cederle todos los derechos de las publicadas en los siguientes nueve años en caso de incumplimiento. Llegó octubre y seguía bloqueado, así que puso un anuncio en un periódico pidiendo mecanógrafa dispuesta a soportar sus maratonianas condiciones y Anna aceptó el trabajo. Estuvieron aislados en el despacho durante 26 días sin parar de escribir hasta que terminó El jugador. El 1 de noviembre Dostoievsky no solo tenía una novela que entregar a su editor, también tenía una proposición de matrimonio que hacerle a la mujer de la que se había enamorado. El 15 de febrero del año siguiente Anna se convirtió en su esposa.
Decíamos que también tenemos autores confinados forzosamente por circunstancias de diversa índole.
Autores en cuarentena:
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Imagen pxfuel.com Dominio público. |
Hemingway ideó su novela Fiesta durante su estancia en España, pero la escribió durante una cuarentena. Su esposa Hadley le escribió para comunicarle que su hijo había enfermado de tosferina, indicándole que se aislaría con el pequeño y su niñera en una casa de la Riviera. Hemingway se lo contó a su amante Pauline que acudió a cuidar del niño pues ella había pasado la enfermedad y, finalmente, fue el propio escritor el que se mudó con ellas. El resultado fue la curación del niño, la consolidación de la relación de Hemingway con Pauline y el divorcio de su esposa que le costó cederle las ganancias de Fiesta (1926), una de sus obras más vendidas.
Autores enfermos o convalecientes:
Proust, enfermo de asma y con una grave depresión por la muerte de su madre, pasó sus últimos 15 años recluido en su casa escribiendo y bebiendo café. En este aislamiento creó su obra más famosa En busca del tiempo perdido (1913 y 1927)
Margaret Mitchell escribió Lo que el viento se llevó (1936) tras sufrir un accidente que la obligó a guardar reposo durante una larga temporada.
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Manuscrito original de Frankestein. Imagen de leticiaperinat.com |
Quien sufrió un invierno durísimo fue Michael Ende en 1978. El escritor ya había comenzado La historia interminable pero el bloqueo le impedía continuar su novela. Entonces una gran nevada lo dejó incomunicado. Sin poder salir de casa, con las tuberías congeladas y una montaña de mantas sobre los hombros consiguió terminar la que sería su obra más famosa que se publicó al año siguiente.
Autores encarcelados:
No tenemos constancia de por qué Marco Polo estuvo un tiempo en la cárcel de Génova, pero sabemos que compartía celda con el escribano Rustichello de Pisa a quien dictó sus aventuras en Los Viajes de Marco Polo (1300).
Maquiavelo se pasó una buena temporada preso en San Casciano por conspiración contra los Médici y allí escribió Elpríncipe (1513), su obra más importante.
Aunque habrá quién se sorprenda, la Inquisición encarceló a Fray Luis de León por traducir el Cantar de losCantares a la lengua vulgar sin licencia. En su prisión escribió De los nombres de Cristo (1583) y la famosa poesía Canción a Nuestra Señora (1583)
Su oficio de recaudador de impuestos llevó a Miguel de Cervantes a dar con sus huesos en la cárcel en 1597 acusado de apropiarse del dinero, y, según reza la leyenda y los primeros versos del prólogo, allí comenzó a escribir El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (1605).
Quien ya debía estar acostumbrado a estar preso era el Marqués de Sade, que se pasó más tiempo en la cárcel y en el manicomio que en libertad. En uno de sus encierros escribió Justine o los infortunios de la virtud (1791).
Mucho más cómoda fue la reclusión de Xavier de Maistre, ya que era un arresto domiciliario por un duelo. Aunque echaba de menos el mundo exterior, supo adaptarse muy bien a la nueva situación y hasta disfrutar de ella. Aprovechó esos cuarenta y dos días para escribir su Viaje alrededor de mi habitación (1794).
Oscar Wilde nunca se hubiese imaginado cómo acabaría la querella que interpuso por difamación al marqués de Queensberry. El escritor estaba enamorado del hijo del marqués y el padre le envió una tarjeta en la que le llamaba sodomita. Wilde lo denunció, pero el juez lo absolvió y el escritor pasó de ser demandante a ser demandado por sodomía y grave indecencia. Fue condenado a prisión y a dos años de trabajos forzados. Privado de libertad escribió De profundis (1897).
Miguel Hernández fue encarcelado tras la Guerra Civil Española por su apoyo a la República. El joven poeta se carteaba con su mujer a la que echaba profundamente de menos y temía no ver crecer a su hijo. Durante su reclusión escribió Cancionero y romancero de ausencias (1958). En una de sus cartas, Josefina le contó que solo tenían pan y cebolla para comer y él le respondió con las famosas Nanas de la cebolla. Con trozos de papel higiénico y un poco de hilo, confeccionó un pequeño cuaderno donde escribió cuentos para su hijo. Estuvo sus últimos ocho meses de vida en la enfermería de la cárcel, donde murió de tuberculosis.
Ana Frank fue una niña alemana de ascendencia judía que tuvo que huir, junto con su familia, de la persecución nazi. Se escondieron en un pequeño apartamento de Ámsterdam durante 25 meses en los que fue narrando lo que se convertiría en El diario de Ana Frank (1947). Finalmente fueron descubiertos y llevados a diferentes campos de concentración. Ana murió de tifus solo dos meses antes de que el campo fuera liberado.
Historia de las pandemias: el siglo XIX.
Lee Historia de las pandemias: de la antigüedad al siglo XVIII
El siglo XIX vivió nada menos que seis pandemias de cólera. La enfermedad apareció en la India y se extendió por el mundo rápidamente. Apenas tuvieron varias décadas de tregua entre una y otra. En la segunda epidemia murieron personajes de la talla de Hegel (Berlín, 1831), Champollion (contagiado en París en 1832) y el rey francés Carlos X (1830) en el exilio tras ser depuesto por la Revolución del mismo año. Pero esta enfermedad logró que por primera vez los países comprendieran que tenían que colaborar entre ellos en materia sanitaria. El cólera llega hasta el siglo XXI en algunos países. A día de hoy existen vacunas y tratamientos muy efectivos que consiguen salvar al 80% de los enfermos.
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Clío, musa de la Historia. Wikipedia. Dominio público. |
El siglo XIX también fue testigo de la epidemia de fiebre amarilla. Se cree que la enfermedad fue transmitida en el pasado de los primates a los humanos en África, pero los nativos consiguieron desarrollar la inmunidad. Cuando los barcos llevaron a los africanos como esclavos a América trasladaron la enfermedad y surgieron varias epidemias. Pero la más importante fue la del siglo XIX. Este mal es un ejemplo más de como las epidemias pueden ganar guerras y cambiar la historia. Al principio de ese siglo Haití estaba en plena revolución contra Napoleón. Esta colonia era primordial para Bonaparte que deseaba conquistar Norteamérica, pero se vio obligado a abandonar sus planes cuando la fiebre amarilla diezmó al ejército francés y tuvo que retirarse del escenario americano, dejando vía libre a unos emergentes Estados Unidos.
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Imagen: taringa.net |
Pero la fiebre amarilla no se detuvo en Haití, donde la población autóctona consiguió resistir, sino que recorrió toda América desde Estados Unidos hasta Argentina o Brasil. Los barcos comerciales que partían hacia Europa, además de las mercancías, trajeron la enfermedad y en ciudades españolas como Cádiz, Málaga o Barcelona se recomendó a la población del campo, aislarse allí y no permitir que las personas de ciudad se quedaran en sus lagares. Las ciudades marítimas comenzaron a evitar que los barcos de Latinoamérica y de Oriente arribaran a sus puertos sin inspeccionar concienzudamente sus mercancías y, en casos sospechosos, hacerles guardar cuarentena. Hubo que esperar a 1881 para que se descubriera que el origen era la picadura del mosquito Aedes.
Otra enfermedad que ha tenido en jaque a la humanidad desde el principio de los tiempos ha sido la tuberculosis, llamada también tisis, plaga blanca, enfermedad de los poetas o mal de vivir.Se han encontrado rastros de ella en restos humanos a partir del Neolítico. Dejó sus estragos en momias egipcias y tenemos tratados de Galeno y otros médicos describiendo como los pacientes morían de tisis. Los árabes ya sabían que se trataba de una enfermedad contagiosa, pero aquello pareció olvidarse, porque en el siglo XVIII, cuando comenzó a propagarse más rápidamente, los médicos decían desconocer su origen y forma de transmisión.
Podríamos establecer el siglo XIX como la época en la que se convirtió en una epidemia. Pero tenía un carácter muy particular. Al principio se creyó que era una enfermedad hereditaria que afectaba a los ricos, y se cebaba con los jóvenes y las mujeres. Se convirtió en el mal de moda y en el que más afectaba a los artistas. Llegaba a decirse que la tuberculosis aumentaba la creatividad y conforme avanzaba se tenían raptos de inspiración denominados “Spes Phtisica” que todos admiraban. El romanticismo idealizó a esas personas de tez extremadamente pálida, esbeltez exagerada, mirada triste y aspecto delicado y casi etéreo. La moda comenzó a ajustarse a estos patrones palideciendo a las mujeres y estrechándoles la figura con un apretado corsé.
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La dama de las camelias. Alexandre Dumas. Casa del Libro. |
Esta enfermedad dejó sus manifestaciones en el arte: las protagonistas de La Bohème (Puccini), La Traviata (Verdi) y La dama de las camelias (Alejandro Dumas hijo) padecen esta enfermedad. En estos dos últimos casos el personaje está inspirado en Marie Duplessis.
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Cartel de la primera representación de La traviata. Afbeelding:Traviata.jpg, dominio público. Wikipedia. |
Pero la cosa cambió radicalmente a mediados de siglo, cuando se descubrió que la tuberculosis era una enfermedad contagiosa. El miedo se desató, la sociedad rechazó a los afectados y la familia intentaba ocultar su dolencia. Surgieron estadísticas que demostraban que era la primera causa de mortalidad entre los obreros en la segunda mitad del siglo por las condiciones infrahumanas en las que trabajaban y vivían que propiciaban el fácil contagio. Morían uno de cada siete europeos y estadounidenses.
Aunque nos sea imposible estimar el número de muertos que causó a lo largo de la historia, baste decir que en el siglo XIX y principios del XX, esta enfermedad nos privó de artistas de la categoría de Chopin, las hermanas Brontë, Gustavo Adolfo Bécquer, Clarín, Antón Chéjov o Modigliani.
Koch fue el descubridor del bacilo tuberculoso y su tratamiento (aunque lento y no siempre eficaz, era esperanzador). Lo ensayó en un hospital de Berlín donde acudieron cientos de médicos para estudiar su método. Lo que no sospechaban era que la ciudad se viera rápidamente colapsada por miles de enfermos pidiendo ser tratados. Las autoridades sanitarias tuvieron que tomar medidas y desinfectar los lugares públicos. Entonces se crearon los sanatorios para tuberculosos, normalmente en el campo para que pudieran respirar aire puro y tomar el sol. A finales del siglo XIX las condiciones laborales y habitacionales mejoraron considerablemente y los contagios disminuyeron. Se descubrió que se transmitía por los aerosoles y que debía mantenerse las ventanas abiertas siempre en lugares interiores. Pero los estudios continuaron en el siglo XX y se encontró mejores tratamientos y la vacuna en 1921, aunque no se utilizó de manera masiva hasta bastante tiempo después.
A día de hoy sigue siendo la enfermedad contagiosa que más muertes provoca al año en el mundo, alrededor de un millón de personas, la mayoría en Asia y África.
Industria química BASF en Ludwigshafen, Alemania, 1881. De Robert Friedrich Stieler (1847–1908) Dominio público. Wikipedia. |
Historia de las pandemias: el siglo XX
Lee Historia de las pandemias: de la antigüedad al siglo XVIII
Lee Historia de las pandemias: el siglo XIX
Llegamos a 1918 año en el que aparece la peor pandemia reciente que ha sufrido la humanidad, la mal llamada gripe española. Pero es una pandemia extrañamente silenciada por sus propios protagonistas. Virginia Woolf la comparó en su diario con la peste negra, pero aquella dejó múltiples crónicas, literatura y manifestaciones artísticas y de la gripe española nadie quiso hablar. Sin embargo, es uno de los ejemplos de cómo una pandemia puede cambiar la historia. Y la trataremos más extensamente en otra ocasión.
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Imagen de www.caracteristicas.co/historia/ |
Contemos, por ahora, que surgió en Estados Unidos en 1918 y llegó a Europa trasladada por las tropas norteamericanas que venían a luchar en la Primera Guerra Mundial. España era un país neutral y el único en el que la prensa informaba de la grave enfermedad que estaba atacando al mundo. Los otros países no querían mencionarla porque eso suponía minar la moral de las tropas y dar información estratégica al enemigo. Pero pronto todos los ejércitos se vieron diezmados y aquello precipitó el fin de la guerra.
Esta enfermedad duró dos años en los que se distinguieron tres olas, siendo la de mayor mortandad la segunda (agosto de 1918) cuando la gente, creyéndola desaparecida tras bajar la curva de la primera oleada, salió a la calle en masa a celebrar fiestas, procesiones y manifestaciones ignorando las recomendaciones de huir de las aglomeraciones, usar mascarilla y extremar la higiene. Se estima una mortalidad de entre 50 y 100 millones de personas.
Titulares de prensa de la gripe española o spanish influenza. Imagen de la Biblioteca Nacional de España. |
Esta no fue la única pandemia que sufrió el siglo XX y que fue silenciada. En 1957 hizo su aparición la gripe asiática (H2N2). Pero la prensa apenas publicó unas pocas notas. Se originó en China en 1957 y se propagó por el mundo hasta 1959 en que se dio por finalizada. Fueron los mismos hospitales y los médicos quienes tuvieron que gestionar esta epidemia.
Sabemos que fue a raíz de la gripe española que las potencias modernas comenzaron a preocuparse de las cuestiones sanitarias y vieron la necesidad de crear una sanidad pública. Precisamente por ello se fundó la OMS en 1948 (Organización Mundial de la Salud). La OMS se preocupó de crear una vacuna cada año adaptada a las mutaciones de la gripe, pero esto no evitó que la asiática (variante de la gripe A) se cobrara la vida de un millón de personas.
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Apolo 8. NASA Johnson Space Center. Wikipedia. |
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Vista de Hong Kong en 1968. Imagen de Flickr. |
En 1981 se detectaron los primeros casos de SIDAque, como la mayoría de las enfermedades, se transmitió de animal a persona. Al principio se pensó que era un mal que solo sufrían las personas homosexuales o drogodependientes. Esta creencia errónea hizo que el resto de la población no tomara precauciones y convirtió al síndrome en una terrible pandemia. El mismo desconocimiento médico llevó a infectar a personas en hospitales al recibir una transfusión sanguínea tras una intervención quirúrgica o como parte del tratamiento de otra dolencia.
Dar positivo era sinónimo de muerte y el enfermo quedaba totalmente estigmatizado y rechazado por la sociedad. El SIDA se llevó a unos 35 millones de personas. Tras muchos estudios y campañas, hoy en día se conocen las vías de transmisión y como evitar el contagio. Gracias al avance en los tratamientos se ha alargado mucho la esperanza de vida del paciente y se ha llegado a convertir en una enfermedad crónica, aunque aún no tiene cura. A pesar de ello, cada año mueren unas 650.000 personas.
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La Tierra, primera imagen tomada por una persona. De U.S. govt. Nasa. Wikipedia. Dominio público. |
Historia de las pandemias: principios del siglo XXI
Lee Historia de las pandemias: de la antigüedad al siglo XVIII
Lee Historia de las pandemias: el siglo XIX
Lee Historia de las pandemias: el siglo XX
En 2002 hace su aparición el SARS (SARS-CoV) pero no es detectado hasta febrero de 2003. Se extendió rápidamente desde el sudeste asiático a Europa y América afectando a más de 30 países. La OMS desempeñó un papel crucial en el control de la epidemia y coordinó la investigación internacional. Pronto se anunció que las ciudades más afectadas, Hong Kong y Beijing, habían vencido a la enfermedad y en julio del mismo año lo hizo el resto del mundo. La forma de control fue detectar rápidamente los contagios, rastrear las cadenas de transmisión y aislar a las personas infectadas. En los 30 países afectados se contagiaron poco más de 8.000 personas de las que fallecieron 774.
Toda la experiencia acumulada hace comprender al mundo que los virus no entienden de fronteras, y que no importa lo lejos que aparezca la amenaza, en pocas semanas puede recorrer el planeta con un grave impacto sanitario y socioeconómico. Ya habíamos sufrido las consecuencias de la familia de los coronavirus, especialmente dramáticas en el siglo XX, así que en 2005 la OMS insta a todos los países a prepararse ante la posibilidad de la aparición de una nueva pandemia en el futuro. Y ese futuro estaba más cerca de lo que imaginaban…
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La Tierra. Imagen Pixebay.com |
A principios de 2009 se declara el primer caso oficial de gripe A (N1H1) o gripe porcina, también conocida en muchos países como Influenza. Apareció en México y se extendió rápidamente a Norteamérica, dio el salto a Europa y llegó a todos los continentes, pasando a declararse pandemia el 11 de junio de 2009.
Mientras los medios de comunicación se hicieron eco del alto número de contagios, los científicos se dedicaban a buscar tratamientos e investigar una vacuna. El índice de fallecimientos fue bajo, aún así hubo que lamentar más de 200.000 muertes (algunos hablan del medio millón) antes de que el 18 de septiembre de 2010 la OMS anunciara el fin de la pandemia. Para entonces ya había comercializada una vacuna que había superado todas las pruebas, pero llegó prácticamente al final de la pandemia. Actualmente, hay muchos países que en la vacunación anual contra la gripe estacional incluye también en el inyectable la vacuna contra la gripe A.
Solo dos años después, en 2012, surge en Arabia Saudita el MERS (MERS-CoV), otro virus zoonótico más. Esta enfermedad, aunque también tuvo repercusión mediática, lo hizo de manera más limitada puesto que los casos detectados correspondían en un 80% a esta región, aunque llegó a expandirse a 27 países más, saliendo de la zona de Oriente Medio solo en raras ocasiones por viajeros infectados allí. No era una enfermedad altamente contagiosa y los brotes resultaron fáciles de aislar y controlar, al tratarse la mayoría de ellos de familiares y personal sanitario que había atendido casos sin las debidas precauciones. Ese mismo año se dio por finalizada la pandemia con unas 850 víctimas registradas.
Como vemos la denominación de pandemia no responde tanto a la cantidad de contagios y víctimas mortales, sino al número de países que se ven afectados.
La alarma se dispara cuando en 2014 descubrimos una amenaza terrible en África. Realmente no era nuevo, puesto que esta enfermedad llevaba décadas cobrándose vidas muy cerca del río Ébola, pero occidente no le había prestado demasiada atención. Sin embargo, el brote de Ébola que golpeó Guinea en 2014 y se extendió a Sierra Leona y Liberia era mucho más extenso y mortal que la suma de todos los que se habían dado en África Occidental desde que apareciera en 1976. De nuevo, era un virus muy grave transmitido de animales salvajes a personas y después de persona a persona. La letalidad fue de un 50%, en algunos lugares llegó al 90%. Pero se hicieron esfuerzos para contener el virus, lograr un tratamiento que pudiera aumentar la supervivencia y descubrir una vacuna. La pandemia se dio por finalizada en 2016. Pero desde África se denuncia que los tratamientos no son eficaces, que la vacuna es experimental y que aún siguen los contagios. Ha sido en 2020 cuando las autoridades sanitarias que se ocupan de esta enfermedad dan por contenida la epidemia.
Y llegamos a diciembre de 2019 cuando China notifica al mundo que en Wuhan se ha extendido un tipo de neumonía desconocida. Pronto descubrimos que un nuevo coronavirus, el COVID-19 (SARS-CoV-2) azota al mundo. Ahora los ciudadanos sabemos que se ha empleado el mismo método para intentar contenerlo que con el SARS-CoV (detección rápida de los casos, rastreo de contactos y aislamiento de las contagiados), pero hemos comprobado que, esta vez, no ha tenido éxito.
Con las gripes asiáticas, la de Hong Kong y las posteriores, nadie se planteó restricciones, ni cierres de establecimientos. La gente siguió su vida normal. La economía no debía verse afectada.
Ya hemos hablado aquí de este nuevo coronavirus que fue declarado pandemia el 11 de marzo de 2020. Es mucho más contagioso y mortal que la gripe A y solo se ha conseguido doblegar con confinamientos. Esta vez, los gobiernos del mundo pusieron la vida de las personas por encima de la economía. Durante el siglo XXI la tuberculosis ha continuado siendo la enfermedad contagiosa que más muertos causa en el mundo: un millón al año. El COVID-19 superó esa cantidad en octubre. Actualmente, mediados de noviembre de 2020, se calcula alrededor de 54.600.000 contagios confirmados y más de 1.320.000 fallecidos oficiales.
Ahora sabemos muchas más cosas que en marzo y los tratamientos son más efectivos. El último estudio confirma que se transmite por aerosoles. Tenemos pruebas diagnósticas suficientes, rápidas y fiables. Tenemos mascarillas. Todos conocemos las medidas de prevención y la importancia de los rastreos, de cumplir la distancia social, de huir de aglomeraciones y de ponernos en cuarentena en caso necesario. A pesar de ello, desde septiembre estamos inmersos en la segunda ola, continúan subiendo los contagios y las muertes diariamente. Hemos pasado de las restricciones de movilidad, a cierres perimetrales, cierres de restauración y ocio, toques de queda, cuarentenas y confinamientos en muchos países europeos. Pero continúa habiendo fiestas clandestinas y actos multitudinarios por todo el mundo. Se multa a quienes incumplen las medidas y se viven disturbios en las calles. Se mantiene la discusión entre salvaguardar la salud o la economía, y hay bastantes personas que defienden que hay que convivir con el virus. Seguimos oyendo las burlas de los negacionistas y las teorías de aquellos que creen que todo es una conspiración. Cartel con protocolo de protección.
Quedó demostrado que al terminar el confinamiento y llegar el verano, el virus no se fue, por más que muchos trataran de fingir que había desaparecido. Y, aún hay gente que cree que el coronovirus se marchará mágicamente con el 2020, y el 1 de enero de 2021 esta pesadilla habrá terminado. Ojalá. Pero no será así.
Nos queda confiar en los médicos y en los científicos que están desarrollando las candidatas a vacunas. Se está dedicando mucho esfuerzo y dinero en todo el mundo para investigar la enfermedad y hallar la cura. En pocos días hemos sabido de dos vacunas altamente efectivas que podrían estar aprobadas antes de final de año y esta noticia ha esperanzado a todo el planeta. Mientras estas llegan, debemos seguir las recomendaciones y ayudar dentro de nuestras posibilidades. Y recordar que los seres humanos hemos conseguido sobrevivir a situaciones peores que esta, así que todo saldrá bien.
La peste del siglo XIV.
Aclaraba en un artículo anterior que nunca quise escribir sobre enfermedades, pero el oír, una y otra vez, a los medios de comunicación calificar la pandemia actual como hecho inédito, me asombró y me llevó a investigar sobre las que vivieron nuestros antepasados. Ese es el verdadero origen de esta serie de artículos, a los que he dado un enfoque histórico, no médico.
Creía que todos habíamos escuchado hablar de las que han sido calificadas como dos de las peores epidemias vividas en el pasado: la peste negra (de la que hay multitud de novelas, películas y series) y la gripe española (menos conocida pero mucho más reciente).
Supongo que, en el fondo, occidente se sentía muy seguro pensando en todos los avances médicos y tecnológicos que tenemos en el siglo XXI y nos creíamos a salvo del ataque de un virus peligroso que colapsara el sistema sanitario. Imagino que por eso las noticias hablaban de algo “inédito”, por lo inesperado.
He decidido dedicarles su propio capítulo porque, después del drama vivido, ambas supusieron un avance para la humanidad.
En el siglo XIV nadie sabía con certeza dónde se había originado la peste. Ante el miedo general, empezaron a buscarse culpables, y los primeros en cargar con aquel peso fueron los judíos a los que se acusaba de haber creado la ponzoña en sus laboratorios y haberla esparcido (cosa totalmente falsa).
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Restos de la fortaleza genovesa en Cafa. Autor de la imagen: Petro Vlasenko. Fuente: wikipedia. |
Actualmente los historiadores defienden que se originó en Asia y pasó a Europa por las rutas comerciales. Los marinos ya llevaban varios años hablando de una epidemia mortal que atacaba China, India y Persia. Muchos dan por cierta la historia del asedio del asentamiento en Cafa, pero creen que la parte del relato donde catapultan muertos es una leyenda y que, en realidad, la enfermedad se habría extendido por toda la zona a través del agua corriente u otros medios naturales. Los marineros y comerciantes europeos, sin saberse ya infectados, huyeron de allí hacia Marsella y hacia Mesina ciudades por donde entró la enfermedad a Europa.
Los escritos de la época hicieron pensar que era una enfermedad urbana, pero el campo sufría la peste tanto como la ciudad. En todas partes morían familias enteras y había pueblos que quedaban desiertos. Nadie sabía nada de este mal. La gente pensaba que era un castigo divino y que llegaba el fin del mundo, organizaban procesiones y rogativas a todos los santos lo que aumentaba la transmisión. También se hicieron miles de ritos para intentar ahuyentar el mal y Europa se llenó de danzas macabras de las que hoy tan solo sobrevive, como tradición despojada de su intención de recordatorio, la Dansa de la mort que tiene lugar cada Jueves Santo en el pueblo español de Verges.
Los médicos atribuían la afección a la corrupción del aire y llevaban las conocidas máscaras de la peste, pero nada podían hacer por sus pacientes. Otros decían que el origen era geológico, por movimientos sísmicos o erupciones volcánicas que generaban gases nocivos. También había quienes le otorgaban una causa astrológica por la influencia de los planetas, cometas o eclipses.
Todo el que pudo permitírselo aplicó la misma premisa:
Cito, longe fugeas, tarde redeas. Huye rápido y lejos, regresa tarde.
Aquello podía salvar individualmente, pero contribuyó a propagar la enfermedad hasta los más recónditos lugares. A las autoridades les pareció que la única solución era el confinamiento: primero fueron casas, luego barrios y finalmente poblaciones. Incluso se impidió la entrada de los barcos a los puertos. Fueron los venecianos los primeros en utilizar la palabra cuarentena, por los 40 días que Jesús estuvo en el desierto. Y fue Venecia quien impuso el primer confinamiento completo de una ciudad que tenemos documentado: durante 30 días su colonia en Dubrovnik estuvo en cuarentena en el brote de peste de 1377. Mientras que en la misma Venecia, la Isla de Poveglia, donde se confinaban a los apestados desde época romana, se convirtió en un improvisado cementerio donde arrojar los cadáveres.
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Mapa de la peste en Europa 1347-1351. Autor:Andy85719. Fuente: wikipedia |
La muerte asaltó a uno de cada tres europeos, o incluso más. Se cree que el continente tenía 80 millones de personas y vio reducida su población a 30 millones tan solo entre los años 1346-1353. Sumando los fallecimientos en el resto de los continentes afectados y las personas que perecieron por el hambre derivada de malas cosechas, campos abandonados y pérdida de la red comercial, se cifra en 100 millones de muertos o incluso el doble.
Hubo que esperar al siglo XIX para que los investigadores descubrieran que la peste la producía un bacilo que portaban las pulgas de las ratas. Y las ratas convivían con las personas en los campos, en los graneros, en los molinos, en las calles, en las casas, en los carros que transportaban el cereal a las ciudades, en los barcos que hacían las rutas comerciales más lejanas… y aquellas pulgas podían estar en cualquiera de las mercancías, incluso en la tela que se compraba para una capa nueva. Al matar a las ratas, las pulgas saltaban a los humanos.
Todos aquellos acontecimientos afectaron a las costumbres y tradiciones. Por ejemplo, se perdió el hábito de sellar un acuerdo con un beso. Pero también creó nuevas iconografías en la pintura, obras de teatro y danzas. La enfermedad y sus consecuencias nos han llegado a través de numerosas narraciones. Petrarca fue uno de los que describió como Florencia fue atacada por la peste que le arrebató a su amada Laura. Otras crónicas de la época narraban hechos terribles y acababan preguntándose si quedaría alguien que pudiera leerlas en el futuro. Petrarca confiaba en que algo tan horrible no se repetiría.
¡Oh, feliz prosperidad, que no experimentará tan abismal tristeza y verá nuestro testimonio como una fábula! Petrarca.
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Imagen:casa del libro |
Al cabo de los años, la peste desapareció. El mismo Boccaccio nos cuenta que cuando todo acabó los habitantes de Florencia se volvieron lascivos y disolutos. En todas partes hubo personas que se convirtieron en delincuentes, estafadores y saqueadores.
Pero de aquella terrible pesadilla también surgió un mundo nuevo. La emigración de los campesinos a la ciudad dejó a los señores feudales sin vasallos. El régimen que había imperado hasta entonces se derrumbó. Los labradores que decidieron permanecer en el campo, pudieron acceder a extensiones medianas de tierras que habían quedado sin dueño, lo que dinamizó la economía rural.
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La imprenta dinamizó la cultura y difundió las ideas renacentistas. Imagen de una imprenta europea del siglo XV. Dominio público. Wikipedia. |
En las ciudades había mucho trabajo por hacer y poca población. La demanda de trabajadores subió los salarios y nació la clase media. Las zonas urbanas florecieron. La gente quería vivir y legarle a sus hijos un mundo mejor.
La mentalidad cambió. Dios dejó de ser el centro de todo y la sociedad pasó de ser teocéntrica a ser antropocéntrica. Los avances tecnológicos se sucedían: la imprenta, la óptica, la cartografía… Europa se modernizó. El comercio se revitalizó. El arte volvió al gusto clásico y recibió un impulso nunca visto. Las consecuencias de la peste aceleraron, según muchos historiadores, el paso de la Edad Media al Renacimiento.
En aquella ocasión, la humanidad salió reforzada de la tragedia, pero la peste no estaba dispuesta a marcharse y volvió en diversos brotes a lo largo de los siglos. Fueron menos graves que los del siglo XIV, pero también afectó a millones de personas. El mismo Nostradamus prestó sus servicios intentado erradicar la epidemia en la que perdió a su primera esposa y a sus dos hijos en 1537. En Venecia falleció el gran pintor Tiziano, también víctima de otro brote en 1576. Cien años después encontramos una nueva epidemia que afectó a varios países americanos y que acabó con la vida de Juana Inés de la Cruz en México en 1695. Y fue la aparición de la llamada tercera peste en 1855 la que obligó a la comunidad científica a investigar sobre ella por miedo a repetir la historia del siglo XIV. En el siglo XIX se consiguió descubrir el bacilo y dar con un tratamiento.
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Honras fúnebres a Tiziano. Alexandre Hesse (1832). Imagen de dominio público. Wikipedia. |
Lee Historia de las pandemias desde la antigüedad al siglo XXI en estos artículos.
La gripe española.
Hay muchas personas que jamás han oído hablar de la gripe española. Sin embargo, ha sido calificada como una de las pandemias con más mortalidad de la historia, junto a la viruela y la peste negra. ¿Por qué todo el mundo sabe contarte algo de una enfermedad de la edad media y no de la pandemia de 1918? Estudiamos las dos guerras mundiales que se vivieron en el siglo XX, pero nadie nos contó que una pandemia aceleró el fin de la primera, contribuyó a la segunda, influyó en la caída del imperio austrohúngaro, encaminó a la India hacia su futura independencia y colocó a Suiza al borde de una guerra civil.
La gripe española enfermó a 500 millones de personas, uno de cada tres habitantes del planeta, y se cobró la vida de entre 50 y 100 millones de seres humanos. Esa escalofriante cifra supera la suma de los muertos en la Primera y Segunda Guerras Mundiales. Pero aún no sabemos los números exactos, porque sigue en estudio ya que en su propia época pocos se ocuparon de averiguar lo ocurrido y hubo que esperar a la década de 1990 para recopilar todos los datos e informaciones. Fue una enfermedad que no se vivió como algo global, sino concerniente a la intimidad del enfermo y su médico (cuando podía pagárselo), muchos seguían pensando que se trataba de un castigo divino. La prensa lo ocultó, la gente decidió callar y en la literatura y el arte se trató el tema en muy pocas ocasiones.Los periódicos españoles eran, prácticamente, los únicos que
informaban sobre la "gripe española" durante la contienda.
Imagen de la Biblioteca Nacional de España.
Creemos que la gripe española (N1H1) apareció antes de lo que tenemos documentado, pero la fecha oficial del primer diagnosticado es el 4 de marzo de 1918 en un campamento de Kansas (Estados Unidos). Al mes siguiente medio país estaba afectado, lo que no impidió que se embarcaran gran número de soldados rumbo a Francia donde propagaron el contagio. En mayo ya estaba en Gran Bretaña, Italia, Alemania y España. Rápidamente recorrió África y de allí saltó a Bombay, a la India, a China y Japón. Las islas no se libraron.
En esta primera oleada muchos pensaban que se trataba de una gripe estacional, pues lo síntomas eran muy parecidos y la mayoría de los enfermos se curaban. Sin embargo, el 1 de junio el New York Times informó de que “Una rara epidemia asola el norte de China”, ignorando que su propio país también sufría esa rara epidemia.
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Enfermos en Fort Riley, Kansas (Estados Unidos). Imagen: NatGeo. |
Y aquella “gripe” llegó al frente contagiando a cientos de miles de soldados de ambos bandos y alterando el curso de los acontecimientos. Los médicos militares veían llenarse sus hospitales con más enfermos de gripe que heridos de guerra, pero no lo hacían público para no desmoralizar a las tropas y sus familias, ni dar información sobre aquella “debilidad” al enemigo, mientras el enemigo hacía lo propio. Los doctores franceses la llamaban la “enfermedad nueve”, otros hablaban de “la fiebre de los tres días”, en Senegal la llamaron “la gripe brasileña”, en Brasil “la gripe alemana”, en Japón “la gripe del sumo”… Pero algo tenían en común: ninguno quería asumir como propio aquel mal.
España era neutral en la contienda y sus periódicos eran de los pocos que informaban sobre la enfermedad. Aquí no se la llamó “gripe española”. Cuando llegó en mayo a Madrid, la zarzuela de moda era La canción del olvido, y todos canturreaban el pegadizo tema Soldado de Nápoles. En junio, bastaron tres días para que las dos terceras partes de los madrileños enfermaran del “soldado de Nápoles”, como lo llamaron. Los franceses leyeron aquella tremenda noticia y empezaron a hablar de “la gripe española”, ignorando que en su país sufrían la misma “enfermedad once” desde hacía varias semanas. Los ingleses y estadounidenses, también enfermos, copiaron el nombre y como “gripe española” pasó a la historia.
La primera ola se vivió de marzo a junio de 1918. Después desapareció. Lo que nadie esperaba era que en agosto reapareciera recorriendo el mundo en una segunda ola tan devastadora y letal que los médicos no creían que pudiera tratarse de la misma enfermedad. Algunos países se temieron que fuera la peste, otros el tifus, otros el dengue. Lo que estaba claro es que no eran epidemias locales, aquello era una auténtica pandemia que volvía a ser propagada por el transporte de las tropas y que llegó a interrumpir la guerra. A pesar de esto, el número de víctimas en Europa era menor al del resto del mundo. Donde no llegaban los ejércitos, lo hacían los barcos de mercancías, correos o pasajeros. Donde no alcanzaba la red ferroviaria, lo hacían los hombres caminando. La segunda ola de gripe española rodeó el planeta en trece semanas y mató a decenas de millones de personas. Fue terrible.
El enfermo era contagioso antes de notar los primeros signos. Los síntomas eran espantosos y llevaban a algunos al suicidio. Hubo ciudades con tantos muertos que no había tiempo, ni lugar para enterrarlos.
Un número importante de supervivientes quedaron con enfermedades respiratorias crónicas, otros sufrieron secuelas como la pérdida del cabello, pérdida de audición, olfato y visión. Algunos decían haber despertado a un mundo borroso y descolorido. A esto había que sumarle un gran número de personas con frecuentes y graves episodios de melancolía (depresión).
Ante la gravedad de los acontecimientos se impusieron medidas en todo el mundo: guardar cuarentena en caso de enfermedad, evitar aglomeraciones, propiciar el distanciamiento social, toser y estornudar tapándose la boca, lavarse las manos frecuentemente, no escupir en la calle y ventilar los espacios cerrados. Las ciudades se vieron más afectadas que las zonas rurales. Pero dentro de las mismas urbes el contagio resultó mayor en aquellos lugares pobres donde vivían hacinados, sin ventilación y sin higiene.
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Clases de física de la Universidad de Montana (Estados Unidos) impartidas al aire libre. Imagen: National Archives |
En Estados Unidos, el país que tomó las medidas más eficaces y redujo con ello los contagios y muertes, las autoridades comenzaron imponiendo el uso de mascarilla en los oficios de cara al público, pero, poco después, su obligatoriedad era general para todos en muchas ciudades. Se la intentó vender como una prenda de moda o como un acto patriótico, pero la gente se resistía a su uso. Se creó la Anti-Mask League of San Francisco que reunió a 5000 personas en un mitin de recogidas de firmas con el apoyo de autoridades de otras ciudades.
Desobedecer alguna de las medidas adoptadas suponía ser multado o encarcelado. La multa por no llevar mascarilla era de 5 o 10 dólares que se destinaban a la Cruz Roja. Ellos se encargaban de la venta de mascarillas baratas en puntos estratégicos de las ciudades y de hacer publicidad y panfletos con las medidas sanitarias que debían adoptar los ciudadanos para evitar los contagios. Los boys scouts repartían octavillas traducidas a varios idiomas en los puntos importantes de Nueva York.
El 11 de noviembre se firmó el armisticio y millones de personas salieron a celebrar el fin de la Gran Guerra lo que originó un alto número de nuevos contagios en los días siguientes.
En diciembre la pesadilla parecía haber acabado… Pero enero de 1919 trajo la tercera ola (y aún se discute si hubo una cuarta en 1920). No causó tanto daño como la segunda, pero tampoco fue tan benévola como la primera.
Australia, que tuvo la precaución de poner todos sus puertos en cuarentena, fue uno de los pocos lugares que se salvaron de la primera y segunda ola, pero restablecieron el comercio marítimo en diciembre y la tercera oleada los alcanzó.
En enero la enfermedad ya estaba de nuevo recorriendo el mundo. En París se estaban celebrando las negociaciones de paz y los delegados se contagiaron. Muchos historiadores piensan que las condiciones impuestas en esas firmas hubieran sido diferentes si los dirigentes del mundo no hubieran enfermado. Y todos coinciden que la Segunda Guerra Mundial tuvo sus raíces en la dureza de las imposiciones que sufrieron los perdedores.
En mayo de 1919 se dio por finalizada la pandemia en la mayoría de los países del hemisferio norte, pero el hemisferio sur siguió luchando contra ella hasta 1920, incluso más tarde en algunos lugares.
El saldo de víctimas sigue discutiéndose hoy en día. Se manejaba la cifra entre 40 y 50 millones, pero en la actualidad, se estima en 100 millones de personas. El cómputo en España fue de 200.000 muertos. En Suiza se contagió la mitad del país y murieron 25.000 personas, llevando a la nación al borde de la guerra civil por la falta de respuesta oficial. El país de Occidente con más decesos fue Estados Unidos con unos 600.000. La peor parte se la llevaron África y Asia con decenas de millones de defunciones. El país con más mortalidad del mundo fue la India que perdió a más de 13 millones de personas.
La gripe española contagió a personas de cualquier edad, pero se cebó con la gente joven, la mayor tasa de fallecimientos estaba entre los 20 y 40 años. Murieron más hombres que mujeres, pero las embarazadas tenían el doble de posibilidades de no sobrevivir. Con la falta de este contingente humano, los destrozos de la guerra y el cierre de los negocios (por imposición, quiebra o falta de personal) llegó el desastre económico. Hubo muchos huérfanos y ancianos que acabaron en albergues para pobres.
Cuando la enfermedad empezó a desaparecer llegó el hambre, y aumentaron los delitos como los robos y las violaciones. Si durante la pandemia los timadores vendían “medicinas milagro” que, en el mejor de los casos, no servían para nada, ahora no faltaban los que se presentaban como enfermeros sin serlo realmente.
Entre las personalidades políticas contagiadas se encontraban David Lloyd George, primer ministro británico; Woodrow Wilson, presidente de Estados Unidos; el káiser alemán Guillermo II y el rey español Alfonso XIII.
A la gripe española debemos la pérdida del escritor Apollinaire que sobrevivió a una herida de guerra pero murió por la pandemia; el pintor Gustav Klimt; Edmond Rostand, autor de Cyrano de Bergerac y Max Weber padre de la sociología moderna.
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Autorretrato de Munch después de la gripe española. Imagen BBC. Dominio público. |
Tras perder a su hijo por la gripe española, Arthur Conan Doyle abandonó definitivamente a su famoso detective Sherlock Holmes y se centró en el espiritismo. No fue el único, algunos famosos y mucha gente anónima buscaron la forma de despedirse de un ser querido muerto en la guerra o durante la pandemia y el espiritismo vivió un auge.
Aquel sufrimiento llevó al silencio. Creemos que la gente intentó olvidar lo sucedido no volviendo a hablar de aquello. La gripe española tuvo que esperar a 1968 para aparecer en los libros de historia.
El mundo experimentó un gran cambio. La crisis económica no duró demasiado. La falta de hombres hizo que las mujeres accedieran al mercado laboral y la escasa mano de obra obligó a subir los salarios. Se multiplicó el voto femenino. Hubo huelgas de trabajadores que lograron generalizar la jornada laboral de ocho horas diarias. Llegó la prosperidad, se tenía suficiente dinero para consumir y muchas ganas de vivir. Hubo un boom de natalidad en todo el mundo, incluso en los países que no participaron en la guerra.
Las personas fueron conscientes de que llevar una dieta sana, hacer deporte y estar al aire libre era beneficioso para su salud. Se puso de moda la comida vegetariana, la gimnasia y el nudismo. Las medicinas alternativas y naturales fueron sumando adeptos aprovechando que muchos se sentían defraudados por la medicina tradicional y las medidas adoptadas en los países. Surgieron movimientos religiosos y predicadores que otorgaban el poder de la curación a la oración.
Los dirigentes comprendieron que las ciudades debían ser más salubres, había que construir casas con buenas condiciones de habitabilidad y mejorar las canalizaciones. Fue entonces cuando Londres creo su alcantarillado moderno.
Las naciones vieron la necesidad de un sistema fuerte de salud, más allá de los comités existentes. Se construyeron un gran número de hospitales. En los años 20 nació la sanidad pública y universal en la mayoría de los países avanzados y, con el tiempo, se fundó la Organización Mundial de la Salud (1948).
La modernidad y la prosperidad se impusieron durante toda una década. Y así llegaron los denominados felices años 20.
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La Tierra. NASA. Wikipedia. Dominio público. |
Lee también historia de las pandemias desde la antigüedad al siglo XXI en estos artículos.
Aniversarios literarios
En este blog nos gusta recordar, de vez en cuando, efemérides de distintos acontecimientos. Precisamente este año se celebraban muchos aniversarios importantes y el mundo llevaba meses preparando actos conmemorativos. Pero el 2020 nos trajo una grave pandemia que ensombreció las celebraciones y obligó a anular, posponer o modificar muchos eventos (aforos reducidos, mascarillas obligatorias, alteración de horarios, cita previa, toma de temperatura, desinfección de las salas tras las visitas, etc)
La literatura está de enhorabuena con el cumpleaños en números redondos de grandes figuras que marcaron su época. A algunos de ellos se les ha podido homenajear, pero a otros no.
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Glorieta de Bécquer. Parque de María Luisa (Sevilla) Trabajo de Takashi Kurita. Créditos: Álvaro. Wikipedia. |
Centenario del nacimiento de Isaac Asimov:
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Yo, robot. Isaac Asimov. Imagen: Casa del libro. |
Los festivales de ciencia ficción de Estados Unidos no han podido honrar la memoria de uno de los grandes del género al haber sido cancelados por la pandemia.
Centenario del nacimiento de Ray Bradbury:
El 22 de agosto de 1920 venía al mundo otro importante escritor que, aunque cultivó diversas temáticas, ha pasado a la historia de la literatura por sus obras de ciencia ficción. Las más recordadas son Crónicas marcianas y Fahrenheit 451. En ambas recrea un futuro desesperanzador donde la guerra y el racismo están presentes en la colonización del planeta rojo y la censura e incultura en Fahrenheit 451, la temperatura a la que arde el papel y en la que los bomberos se dedican a quemar libros.
130 aniversario del nacimiento de Agatha Christie:
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Busto de Agatha Christie (Londres). De Diagram Lajard. Dominio público. Wikipedia. |
Ella misma se convirtió, creemos que de forma involuntaria, en uno de sus personajes de misterio al desaparecer tras un accidente de coche. Estaba deprimida por la muerte de su madre y la petición de divorcio de su marido. Las autoridades la buscaron por todas partes con un efectivo de 1.000 policías y 15.000 voluntarios. La encontraron 11 días después hospedada en un hotel bajo el apellido de la amante de su marido. Agatha declaró que había perdido la memoria y nunca explicó más sobre el asunto.
Centenario del nacimiento de Mario Benedetti:
El 14 de septiembre de 1920 llegó uno de las figuras más importantes de la literatura latinoamericana. Escribió novela, poesía, ensayo, cuentos, artículos periodísticos y fue crítico cinematográfico. Entre sus obras más famosas se encuentra La tregua, llevada al cine en dos ocasiones.
Centenario del nacimiento de Miguel Delibes:
Nació en Valladolid el 17 de octubre de 1920. Escritor y periodista, galardonado con numerosos premios y miembro de la Real Academia Española. Supo plasmar en sus obras la riqueza del mundo rural y el paisaje que tanto conocía. Castilla se convirtió en uno de sus temas literarios. Algunas de sus obras han sido llevadas al teatro y al cine con gran éxito. Sus novelas más conocidas son Cinco horas con Mario, Los santos inocentes y El camino.
La Biblioteca Nacional de España le rindió homenaje con la exposición Delibes, que reunía más de 200 piezas (manuscritos, libros, dibujos y fotografías). Estuvo abierta al público desde el 18 de septiembre al 15 de noviembre de 2020 y en el momento de escribir estas líneas se ha trasladado a Valladolid.
Un pueblo sin literatura es un pueblo mudo. Miguel Delibes.
150 aniversario de la muerte de Gustavo Adolfo Bécquer:
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Retrato de Gustado Adolfo Bécquer. Obra de Valeriano Domínguez Bécquer. Museo de Bellas Artes de Sevilla. Wikipedia. |
Sevilla se había esmerado en sus rutas por los lugares de Bécquer, pero tuvieron que hacerse de manera virtual. El pasado noviembre pudo inaugurarse la exposición De la parte de vida que me toca y los paseos literarios planeados.
Gustavo Adolfo Bécquer fue poeta, narrador, periodista y dibujante. Su estancia en el Monasterio de Veruela (Zaragoza) para intentar reponerse de la tuberculosis le inspiró Cartas desde mi celda, y varias de las Leyendas que se convertirían en piezas claves de su producción literaria. Pero su obra más importante fue Rimas, un manuscrito que se perdió durante los disturbios revolucionarios de 1868 y que tuvo que volver a recopilar de las que habían sido publicadas en varios periódicos y de las que recordaba de memoria.
En septiembre de 1870 falleció su hermano Valeriano, al que estaba muy unido, y aquello lo sumió en una profunda tristeza. El día 22 de diciembre del mismo año, durante un eclipse de sol, murió Gustavo Adolfo Bécquer a los 34 años. Poco antes encargó a sus amigos que quemaran sus cartas, cuidaran de sus hijos y publicaran sus obras porque sospechaba que muerto sería más reconocido que en vida. Sus amigos cumplieron su última voluntad y evitaron que cayera en el olvido. Hoy es uno de los poetas más importantes de la literatura española y sus admiradores siguen depositando notas, cartas, peticiones y poesías en su tumba.
Centenario de la muerte de Benito Pérez Galdós:
Nacido e1 10 de mayo de 1843 y fallecido el 4 de enero de 1920, Pérez Galdós destacó en la novela, el cuento y el teatro. Revolucionó la literatura con una visión más humana y real de sus personajes, pero sin abandonar el modelo cervantino y renovó el teatro español. Fue un autor clave de las letras españolas, recordado por sus Episodios Nacionales y novelas como Fortunata y Jacinta, Tristana y Marianela. En 1889, no sin discusiones por su ideología, entra a formar parte de la Real Academia Española.
La Biblioteca Nacional de España le dedicó la exposición Benito Pérez Galdós. La verdad humana (desde el 1 de noviembre de 2019 al 16 de febrero de 2020) con más de doscientas piezas entre manuscritos, libros, esculturas y lienzos. En sus salas fuimos testigos de la transformación hacia un mundo moderno; su aprendizaje, influenciado por la literatura del Siglo de Oro, pero también por Dickens o Balzac; su faceta periodística; su actividad política; sus amores con Lorenza Cobián González (madre de su única hija reconocida) y con la escritora Emilia Pardo-Bazán y su amistad con Menéndez Pelayo y Clarín.
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Cartel de la exposición: Benito Pérez Galdós. La verdad humana. Biblioteca Nacional de España. |
Conjunción de Júpiter y Saturno o la estrella de Belén.
La noche del 21 de diciembre de 2020 tiene lugar un acontecimiento histórico: la conjunción de Júpiter y Saturno.
Aunque esta alineación sucede aproximadamente cada 20 años, en esta ocasión ocurren varios hechos que la hacen muy especial: aparecerán tan juntos en el cielo que brillarán como si fueran una sola estrella, se verán a simple vista y ocurrirá la noche del solsticio de invierno. En realidad, se encuentran a 810 millones de kilómetros, pero nunca han estado tan cerca desde hace ocho siglos y habrá que esperar a 2080 para ver algo similar.
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Mapa del cielo en el momento de la conjunción de Júpiter y Saturno. Imagen publicada en El Diario de Sevilla. |
Si hiciéramos un viaje en el tiempo tendríamos que remontarnos al año 1623 para volver a encontrarnos con lo que se llamó la Gran Conjunción, pero entonces no pudo observarse claramente debido a la proximidad de Júpiter y Saturno con el Sol. Lo más parecido a lo observable esta noche ha sucedido dos veces en la historia: en el año 1223 y en el 7 a. C.
Fue Johannes Kepler a principios del siglo XVII quien teorizó sobre la posibilidad de que esta conjunción planetaria fuera la famosa estrella de Belén que guio a los Reyes Magos. Kepler descubrió que hubo una triple conjunción entre la Tierra, Júpiter y Saturno con el Sol en Piscis lo que tuvo lugar el año 7 a.C. Muchos estudiosos no dudan de que la fecha del nacimiento de Jesús está ligeramente desplazada, ya que los Evangelios sostienen que nació en tiempos de Herodes y por los textos históricos sabemos que éste murió en el año 4 a. C.
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La estrella de Belén como cometa en la "Adoración de los magos" de Giotto. Imagen: DEA/A. DAGLI ORTI/ DE AGOSTINI VIA GETTY IMAGES. |
Los astrónomos nos dicen que no es en realidad la estrella de Belén, pero que es un importante acontecimiento histórico que podremos observar a simple vista, si el tiempo y la contaminación lumínica lo permiten. Tenemos que mirar hacia el suroeste a unos 20 grados sobre el horizonte poco después de la puesta de Sol. Nos dicen que con unos buenos prismáticos o un telescopio de aficionado podremos observar las lunas de Júpiter y los anillos de Saturno. Y si no podemos verlo, numerosos investigadores lo retransmitirán en directo. Después de esa noche los planetas se irán separando poco a poco.
El 21 de diciembre del 2020, esta conjunción planetaria a la que se ha llamado estrella de Belén, tendrá lugar durante la noche más larga del año y muy próxima a la Navidad, lo que puede convertirla en algo muy similar a lo que vieron los Reyes Magos hace más de 2000 años…
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Conjunción de Júpiter y Saturno desde la Sierra de las Nieves (Málaga) Imagen captada el día 17 de diciembre de 2020 a las 18:20 Crédito: Paqui Trujillo. www.eluniversohoy.net |